Las normas de sostenibilidad están redefiniendo la gestión empresarial. En los últimos años, las exigencias de transparencia ambiental, social y de gobernanza (ESG) se han extendido, impulsadas por organismos internacionales y por inversores que reclaman información comparable y verificable. Así, las empresas con operaciones internacionales ya no pueden limitarse a cumplir con la normativa de su país de origen. Deben adaptarse a diferentes marcos y estándares ESG que evolucionan de forma simultánea.
Mientras la Unión Europea avanza con la Directiva CSRD y los estándares ESRS, países como Australia, Japón, México o India han adoptado sus propios marcos, en gran parte alineados con las recomendaciones del Consejo de Normas Internacionales de Sostenibilidad (ISSB). Se consolida así un nuevo paradigma: la sostenibilidad como requisito transversal, que condiciona la reputación, el acceso a financiación y la permanencia en mercados internacionales.